Los desafíos no solo tienen que existir, sino que constituyen el puente necesario para cruzar al otro lado de la vida. Y solo, es ahí al atravesarlo, cuando puedes mirar atrás, quitarte el foulard que te aprieta el cuello y dejar que vuele libre con el viento. 
Por eso el nombre de este cuadro.  
El reto fue el siguiente: una obra para Tao Gallery Madrid que sintetizase su esencia, la mía y que crease esa unión perfecta que tuviera parte de los dos pero una identidad única. 
Cuando hay un objetivo plural por delante y no pincelo libre sobre el lienzo a mis anchas, el cuadro puede empezar siendo una cosa, que no te guste (o sí), que vaya gritando a golpe de color: “déjame respirar un día, pon más luz aquí. No me gusto, aún. Falta rosa, no me apagues”.
Esto pasó con “foulard al viento”, fue esa carpa koi que tiene que nadar resistiendo la cascada para acabar convirtiéndose en dragón. Finalmente, veo a TAO, a Lil Blanc, a la esencia asiática que nos une a los dos y nuestra historia propia de cómo apostamos por dedicar la vida al arte, nuestra forma de expresión que jamás podría ser otra.
Hay libertad, una unión de blancos y grises que estallan celebrando el color y la voz silenciosa de este lienzo que dice bajito: “ahora me encanto”.
Y sí, ahora me encanta.