Hace más de un año que nos conocimos. A las dos semanas te pinté un cuadro y a las tres me dijiste: ‘deja el estudio, vente a vivir conmigo, y comienza tu camino como artista’.

Fue nuestro primer “miércoles de pizza”.

Me desperté a las cinco de la mañana y me pillaste escribiendo la carta de renuncia. Hice un encargo de diez lienzos, compré los tres colores primarios y un blanco, empapelé toda la habitación que llamamos “estudio temporal” y que así sigue hoy.

Todo un año de comienzos y de procesos.
He llamado a muchas puertas que no abrieron, no dejé de llamar.
Construí mi Web, un nuevo Instagram, al mismo tiempo pintaba formatos más grandes, con más color y más seguridad. Llamé a más de ochenta galerías, diseñé mis tarjetas, contraté la furgoneta con la que bajamos toda la obra a Madrid.

Yo sabía que no me lanzaba a una piscina sin agua. También que todo el mundo pensaba que estaba loca.

Y a día de hoy y con este último lienzo cumplo el sueño que tuve hace un año.

Contigo, mi maravilloso Josh, que no tienes miedo a vivir diferente. Siempre detrás del telón ocupándote de que no pierda el rumbo, eres fantástico y te amo.

Y yo, siempre fui a contracorriente: una marciana.